El personaje principal de este sombrío drama, Alfredo Galán Sotillo, se convirtió en el foco de una persecución humana que atrapó la atención de toda España. Equipado con una pistola Tokarev TT-33 y moviéndose en las sombras, el ‘Asesino de la Baraja’ llevó a cabo seis asesinatos y atentados de manera imperturbable, sembrando el pánico en las calles. A pesar de los incansables esfuerzos de las autoridades, Galán logró eludir la justicia, desvaneciéndose como un espectro.

Siempre se ha afirmado que, en situaciones extremas, el ser humano puede llegar a cometer el asesinato de otro semejante. Los motivos pueden ser muy diversos: celos, venganza, búsqueda de poder, motivaciones sexuales, traición o la aplicación de justicia propia cuando la legal falla. En el caso de los conocidos como asesinos en serie, y el que nos ocupa en este momento lo es, no solo es relevante el porqué. En palabras de la criminóloga Paz Velasco de la Fuente, «no basta con descubrir qué los impulsa a cometer asesinatos repetidos. La pregunta que debemos formular es: ¿qué logran al matar? Para entender por qué matan, se intenta identificar el motivo del crimen; pero para comprender para qué matan, es necesario buscar la finalidad última de sus acciones».